“Necesse est memoriam suat timeat”
Séneca.
El pasado se nos presenta como algo que
ya ha sido, que ha quedado atrás. Sin embargo, nuestro pasado es el que nos
construyó y, según pasa el tiempo, construye. Nadie está completo sin la
memoria. La necesitamos tanto como nuestros bienes más queridos. La memoria es
como una base en la que se erige nuestra personalidad y, sin ella, nos sentimos
perdidos.
La memoria nos insta a saber cómo
actuar en situaciones que de las que ya hemos aprendido anteriormente. Multitud
de veces hemos oído a nuestros mayores hablar sobre una situación que nos
parece insalvable con una tranquilidad pasmosa. Muchas veces, sonríen y nos
dicen que los jóvenes nos ahogamos en un vaso de agua, pues no hemos visto más
allá de los pocos años que hemos vivido. La memoria es un tesoro que nos ayuda
a recordar cosas importantes, valiosas. Sin ella, jamás sabríamos cómo hemos
sido cuando éramos niños o qué hemos hecho el año anterior. Nos ayuda a
recordar quiénes somos.
Muchos afirman que no es bueno mirar
atrás. No obstante y en su justa medida, es un hecho enriquecedor. Hablemos de
observar, examinar, disfrutar; no de quedarnos anclados en lo que ya ha
ocurrido y que jamás regresará (y, si lo hace, no de igual forma. Heráclito
decía que “ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río”, ya que la
corriente del río nunca cesa, y el tiempo también pasa por nosotros. No somos
estáticos.)
¿Y qué mejor manera de abordar la
memoria, que recurriendo a la niñez? Citando nuevamente a un filósofo, pues sus
conocimientos y frases pertenecen ya a la memoria pública, Nietzsche afirmaba
que “un hombre alcanza la madurez cuando recuerda la seriedad con la que jugaba
de niño”. Es probable que sea así. Muchos sentimos esa nostalgia de la
infancia, y nos buscamos continuamente en nuestro “yo niño”. Sin embargo, lo
mejor es ver los cambios, incluso reírlos. Una niña pequeña con el pelo cortado
al tazón, adornada con un paraguas rojo, quizás sea algo doblemente cómico y
bello si la unimos a la joven que será después, con su larga melena y varias
cabezas más alta. Echar una ojeada al pasado nos hace reafirmar nuestro
presente, y quién sabe, nuestro futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario