"-Haru…-
protestó, al ver que el chico gris le hacía caso omiso.
-¿Qué? –
se quejó él.- Es mi habitación. Mi territorio. Mis reglas.
¿Era
consciente de que la estaba provocando? Seguro que sí.
-Oh,
Dios.- gruñó la chica, apretando los puños a sus espaldas. "
(Capítulo X)
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